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El día de las notas

Sé que muchos estáis deseando que publiquemos de una vez cuántos de los aprobados con plaza de las notas de ayer son nuestros alumnos. No os preocupéis, este dato va para el siguiente post, que será monográfico sobre el tema. Este post es sobre el día de ayer, cuando después de dos meses y medio del examen, por fin se publicaron las notas del examen de informática del 12 de julio.

Ayer fue un día de absoluta montaña rusa emocional.

Ya desde media mañana empezaron a multiplicarse por mil los rumores cuando vaciaron uno de los tablones del Seminario donde se publican las notas.

Y se publicaron.

Ayer para algunos fue el mejor día de vuestra vida, por encima del día de la boda, del nacimiento de vuestros hijos o de cualquier otro. El momento en que ves las notas y sacas la plaza es indescriptible. Y por supuesto la sensación común fue también la incredulidad, el miedo, alegría, prudencia, y las ganas de llorar, gritar, reír, llorar (otra vez) y echar a volar, todo en uno. Y más lloros. La primera vez que te sacas una plaza es una sensación que no se compara a ninguna otra. Ni siquiera las siguientes dan el mismo subidón.

Pero como siempre, la alegría va por barrios.

Para otros, ayer fue un jarro de agua fría sobre un examen de informática que creíais aprobado o al menos con posibilidades de estarlo, y que finalmente no lo estuvo. No solo habéis tenido que aguantar un verano entero esperando por las notas hasta desgastar la tecla F5, sino que encima el resultado final es el que temíais, y no el que esperabais. Y eso también es una sensación fuerte… pero en el sentido opuesto.

Y finalmente, para muchos otros, ayer fue la confirmación de algo que ya sabíais desde julio cuando el examen se imprimió en blanco porque el Tribunal decidió que le parecía una maravillosa idea juzgar la capacidad de un aspirante a auxiliar administrativo exclusivamente en su habilidad para esquivar una trampa deliberadamente colocada en forma de acceso directo, y condicionando todo el proceso a esa única operación. ¿Resultado? Un proceso en el que han quedado plazas desiertas. ¿De verdad entre más de 4.500 aspirantes no había 78 personas capaces? ¿En serio?

En resumen: ayer, 27 de septiembre, fue un día que probablemente nunca olvidaré.

Y aunque en el post siguiente me dirigiré a los que sí habéis superado este proceso y a falta de la tramitación oportuna estáis ya dentro como funcionarios de carrera, en este post me quiero dirigir fundamentalmente a quienes habéis acabado este proceso quemados, heridos, frustrados, traumatizados o deprimidos. Porque sí, a las cosas hay que llamarlas por su nombre.

Existe una patología muy común entre veteranos de guerra en EEUU que se llama PTSD (pi-ti-es-di), es decir, trastorno de estrés post-traumático. Y creo que muchos de los que os la liaron en el examen de informática del 12 de julio habéis estado y/o estáis con algo que, sin ser yo nadie para hacer un diagnóstico clínico, parece tener unas similitudes.

Cuando un proceso acaba mal, sobre todo tras la guarrada del examen de informática, es normal tener una mezcla de miedo, asco y resentimiento hacia la oposición, el Tribunal, el Ayuntamiento y todo en la vida, y a la vez mantener viva una llama de ilusión y sueño por querer llegar al resultado. Eso quiere decir que la meta no ha cambiado, pero después de haber sido apaleados en el camino, da más miedo volver a recorrerlo.

Pero el miedo, por sí solo, no es necesariamente malo. Siempre digo que tenéis que alimentar más la esperanza que el miedo, porque creo que es necesario, pero el miedo de por sí es simplemente una alerta de que hay un peligro.

Hay gente que le da miedo volar en avión, porque una parte (bastante sensata y racional) de su cerebro sabe que un trozo de hierro no es de por sí una cosa que vuele, y eso tiende a caer. Como dice un amigo, “no es en sí una cosa volátil”. Hay gente que le dan miedo las alturas, y es que si te caes desde una décima planta lo normal no es que lo cuentes. Hay gente que le da miedo la gente… y no es para menos. Etcétera. El miedo es como ese sentido arácnido que tiene Spiderman que le avisa de que hay algo que puede herirle.

Pero como siempre, Jack Sparrow tenía razón. El problema no es el problema, el problema es la actitud frente al problema.

  • El miedo nos puede servir para saber dónde hay que reforzar flancos débiles y asegurarnos de que por ahí no nos vuelven a pillar. Es como el que le da miedo que le entren okupas en casa y pone una alarma y una puerta blindada. El miedo puede ayudar a analizar los puntos débiles y buscar soluciones.
  • El miedo nos puede ayudar a hacer chequeos con más frecuencia para saber mejor cómo estamos. Como el hipocondríaco que se hace una analítica cada dos semanas a ver si le ha salido algo. De alguna manera, el miedo puede ayudar a que seamos más conscientes de nuestra vulnerabilidad para llevar un control más estricto de nuestro progreso y estado emocional y de progreso en el estudio.
  • El miedo nos puede ayudar a replantear la estrategia. ¿Por qué EEEUU no ganó la guerra de Vietnam o la de Afganistán, cuando es con diferencia el ejército más poderoso del mundo? Porque sus enemigos sabían que en una estrategia de combate directo les iban a reventar, así que ajustaron la estrategia a una guerra de desgaste, guerrillas, etc. El miedo a lo que pueda venir nos puede ayudar a rehacer planes y buscar otras estrategias para lograr el objetivo.

No me quiero enrollar mucho más, pero en definitiva, quería deciros que aquellos que estáis ahora más quemados que la pipa de un indio y a veces pensáis en tirar la toalla, no lo hagáis. Mantened a raya el miedo, y utilizarlo como gasolina para el siguiente proceso. Haced de tripas corazón y usad esta rabia para impulsaros. La vida os ha dado limón, pero no hagáis una limonada. Exprimidle el dichoso limón en el ojo hasta que os dé una Coca-cola.

Y por encima de todo, seguid alimentando la esperanza. Tal vez este proceso no haya ido bien para vosotros, pero ha ido. Eso quiere decir que se puede. Muchos pensaron que este examen no llegaría nunca, y aunque se ha hecho de rogar, aquí está. Os lo puse en este post: Se puede.

Y es que por parte de la Administración se han hecho cosas mal. Unas cuantas. Y se tendrán que exigir las responsabilidades correspondientes. Y en este blog le dedicaremos a ello un post monográfico porque hay cosas que han sido de traca, pero este post es para los aspirantes, que sois quien lo merecéis. Spoiler: seguramente el nivel no suba mucho para el siguiente proceso. Así que jugáis en un campo que está en contra y con el sol en la cara. La pelea no es justa, pero no pasa nada. Lo que hay que hacer es trabajar por una victoria tan apabullante que podáis ganar incluso con todos los elementos en contra.

Se puede. Se ha hecho. Y se volverá a hacer.

Estos 76 cracks que ahora sacan plaza no estarán en el siguiente proceso. Ni en el de después. Por pura lógica, los que sacaréis la plaza de auxiliar administrativo en el siguiente proceso (63 plazas por concurso-oposición) sois precisamente quienes NO la habéis sacado en este. Y los que la saquen en el proceso de las 57 siguientes que están ofertada, son los que NO la han sacado en este y TAMPOCO en el siguiente. Y así.

Aquí no se repite, y por lo tanto, la plaza en el siguiente proceso puede ser tuya, pero hay que hacer bien los deberes, analizar qué se puede mejorar, reforzar los puntos débiles, y sobre todo sanar la herida. Busca ayuda profesional si crees que te puede venir bien. Ir al psicólogo no quiere decir que estés loco, quiere decir que cuidas tu salud mental y emocional.

Alimentad la esperanza. De niño me decían que esta fábula respecto al bien y el mal, pero también es perfectamente aplicable respecto al miedo y la esperanza. Cuando sientas que dentro de ti tienes una pelea interna entre el miedo y la esperanza, piensa que es como si tuvieras dos perros en casa que están constantemente peleando. ¿Cuál ganará? El que alimentes más.

Don’t stop believin’

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