Vivimos en un mundo en el que todo lo queremos contar en números, y a menudo también queremos contar nuestro progreso en la oposición en términos similares. Es normal, pero ojo, los números pueden ser engañosos. El análisis no puede quedarse sólo en qué nota has sacado.
La nota global que sacamos en un test, caso práctico, simulacro de examen o examen real, es como la ropa de baño: enseña mucho, pero no deja ver lo más importante.
Y es que detrás de un número se pueden esconder cuestiones que es necesario analizar para poder llegar a conclusiones y mejorar el desempeño en futuros exámenes. El progreso no vendrá solo, simplemente por el mero paso del tiempo. La mejora en los resultados viene como consecuencia de una decidida apuesta por el análisis y la autocrítica de ver qué salió mal para mejorarlo.
Muchas veces me preguntáis, sobre todo al principio, qué nota hace falta haber sacado para entender que se está yendo bien. La respuesta, es inmediata y siempre la misma: un 10. Y además, sin dudar en ninguna pregunta. Todo lo que no sea eso -que obviamente es una quimera- implica que hay que hacer este análisis para ver por qué se han fallado o dudado determinadas preguntas.
Para cada pregunta fallada o sobre la que se ha dudado seriamente, hay que pararse y estudiar por qué no ha salido bien. Estos son los principales motivos:
- No he estudiado esta materia
Evidentemente si es algo que no has estudiado es normal y razonable que la pregunta no salga bien. Esto es particularmente cierto cuando os presentáis a exámenes que aunque tengan una parte de temario común con lo que estudiamos, también tienen partes que no.
Ojo, eso no quiere decir que no podáis hacer nada con preguntas que son de cosas que no hayáis estudiado. Quizá la pregunta aunque cite una norma que te suena rara en realidad te pregunta sobre algo que sí has estudiado, y le puedes dar respuesta con lo que sí sabes. Quizá no te la sabes seguro pero puedes descartar algunas opciones de respuesta y con eso por lo menos jugártela al 50%. O quizá es algo que todavía no has estudiado pero que sabes que verás más adelante.
No te tortures por este tipo de fallos, son algo totalmente normal y razonable, y son simplemente indicativos de que todavía queda trabajo por hacer en áreas nuevas.
- Me falta por memorizar un dato
Muchas preguntas son sobre datos específicos concretos como plazos, umbrales económicos, órganos competentes, principios, definiciones, números de artículo, o cuestiones que no son en sí tanto una cuestión de entender sino de tenerlo memorizado.
¡Aunque cuidado! Algunas preguntas pueden parecer así y que sin embargo sí que se puedan sacar (o, por lo menos, descartar algunas opciones) aplicando los conceptos e ideas generales y un poco de deducción.
Pero si la pregunta es una cuestión puramente objetiva, de “te la sabes o no te la sabes”, ahí es indicativo de que tenemos que reforzar precisamente esa cuestión, la memorización.
Para eso tenemos herramientas como las flashcards y toda la batería de herramientas memorísticas y de retención que ponemos a vuestra disposición. Si ves que ese es tu punto débil, mételes caña.
- Ha sido una pregunta trampa
A veces la gente de los Tribunales son -por qué no decirlo- muy [censurado]. Y para cribar pueden poner preguntas en las que incluso con todo el temario bien estudiado y todos los datos específicos bien memorizados, aun así la lees y todo te lleva a pensar en una opción, cuando en realidad una excepción escondida en uno de los datos del enunciado o una cuestión aparentemente minúscula o sin importancia le da toda la vuelta y te da en toda la cara con el BOE.
Este tipo de preguntas siempre van a existir, eso es inevitable. Pero son indicativos de que quizá es necesario prestar más atención a la hora de la lectura de los enunciados para intentar marcar la información relevante de manera rápida (ojo al tiempo) para tener los ingredientes con los que poder elegir una opción correcta.
Si el tema de la lectura rápida o la comprensión lectora es un problema para ti, existen infinidad de herramientas y cursos online, tanto gratuitos como de pago, que te pueden ayudar en el proceso. Aunque por supuesto te recomendaríamos el curso que tiene Escuela de la Memoria precisamente sobre esto.
- He ido muy rápido y no he leído bien
Muy relacionada con la anterior (e incluso a veces pueden confundirse) el matiz es distinto. En el caso anterior es que la pregunta incluso con la Ley en la mano es una pregunta oscura, que esconde una trampa que solo si estás con la lupa la puedes detectar durante el ejercicio. En este caso, hablamos más de que es una pregunta que no tiene mayor dificultad, quizá es perfectamente clara y concisa y no tiene ninguna trampa ni doblez, pero simplemente la fallas por ir corriendo.
Estas duelen. Mucho. Son este tipo de preguntas las que nos hacen darnos cabezazos contra la pared, sobre todo si ocurren en un examen real.
En primer lugar, eso sí, hay que decir que esto nos pasa a todos. Digo NOS pasa a todos, a mí también. Es en cierto sentido inevitable cuando el tiempo es tan limitado.
Pero debemos poner todos los medios para evitarlo a través de una eficiente gestión del tiempo del examen.
Seamos sinceros: no todas las preguntas del test requieren de 1 minuto, o todas las preguntas de los casos prácticos de 1,5 minutos. O por lo menos, no deberían. Hay preguntas que deberíamos tener tan claras que incluso leyéndolas con cuidado apenas nos tomen unos pocos segundos de análisis y toma de decisión.
Esos segundos son preciosos para acumularlos a otras preguntas en las que sí vamos a necesitar de un extra. No todas las preguntas tienen el mismo nivel de complejidad (dificultad objetiva) ni nos suenan tan raras o tan fáciles a nosotros (dificultad subjetiva) por lo que el tiempo que nos queda como excedente en las que nos son fáciles deberíamos invertirlo en las más chungas.
También muy relacionado con esto está la gestión del tiempo global en el examen: a menudo las preguntas más fáciles están al final. Cuidado cuando el primer árbol no te deja ver el resto del bosque. Si una pregunta no la ves clara, avanza y asegura todos los puntos que puedas antes de ponerte a filosofar o a hacer apuestas sobre preguntas que vas a responder en modo quiniela.
- No he entendido el concepto
Estas son las preguntas que de verdad nos deberían preocupar, aquellas en las que vemos que un concepto que está explicado y que por lo tanto debería estar bien asimilado, resulta que no lo está.
Por ejemplo, cuando después de una pregunta de un caso práctico te das cuenta de que no terminas de ver clara la diferencia entre el fin de la vía administrativa y la firmeza en vía administrativa, o entre la caducidad y la prescripción, o entre los diferentes tipos y modalidades de la contratación pública, etc., ahí es cuando necesitamos afianzar conceptos.
Para eso resulta muy importante el contar con la tranquilidad de poder volverte a ver las clases en las que se explicó esa materia. Está claro que no consiste en volver a verte todas las clases del curso veinte veces cada una, pero si precisamente detectas que hay alguna cuestión que está ahí cogida con pinzas, es una buena solución volver a verte la clase en la que se explicó esa materia, y por supuesto, preguntar todas las dudas que necesites hasta que el concepto quede claro y cristalino en tu cabeza.
Es normal que las preguntas nos hagan dudar hasta de nuestro nombre, pero deberíamos poder dar respuesta a esas dudas durante la realización del ejercicio de manera rápida y certera. Si no es así, hay que reforzar ese concepto.