Como la mayoría sabréis ya, estos días estoy a medio gas tras haber dado positivo en COVID-19. Nada especial, solo soy uno más de los millones de españoles que lo han ido cogiendo en estos dos años de pandemia, sobre todo en los últimos dos meses con ómicron.
Pero no puedo evitar darle vueltas a lo diferente que se puede vivir esta misma realidad en el sector público y en el privado.
En el sector público se quejan los sindicatos -y no sin razón- de que no se está impulsando lo suficiente el teletrabajo u otras soluciones para quienes tienen a sus hijos o familiares confinados en casa.
Pero habiendo dado uno mismo positivo, la verdad es que el respeto por la baja médica en el sector público es algo sagrado, y nunca he visto mirar mal a un compañero por el hecho de pasar una enfermedad. Ni siquiera cuando te coges la baja en el momento más inoportuno, como ha sido mi caso, en medio de la rendición anual de cuentas, licitaciones multimillonarias, y una falta de personal generalizada en el Departamento.
Ni una mala palabra, ni una mirada de decepción o juicio, ni una indirecta hiriente, ni todo ese tipo de trucos pasivo-agresivos que se utilizan para hacer sentir mal al trabajador por no estar en condiciones de ir a trabajar, como si fuera culpa o elección suya. Todo lo contrario.
Nadie en la Administración ha tenido que quedarse después a compensar con horas extras los días que ha estado de baja, ni se le han descontado de las vacaciones. Tampoco nadie ha perdido su puesto de trabajo en la Administración por pillarse una baja, ni siquiera el personal interino. Es más, en la mayoría de sitios, como en el Ayuntamiento de Zaragoza, aunque la baja sea por enfermedad común y no laboral, el trabajador cobra el 100% del salario desde el primer día de baja, frente a los 3 días a pan y agua que pasa un trabajador en la empresa privada cuando la baja es por enfermedad común o accidente no laboral.
La tranquilidad de saber que puedes dedicarte por completo a descansar y recuperarte, y que tu puesto de trabajo seguirá ahí esperándote para cuando estés mejor es algo desconocido en el sector privado, donde una baja médica por muy justificada que esté a menudo supone el fin de la relación laboral. Le pasó a mi hermano, y le ha pasado a varios amigos cercanos, y estoy seguro de que también conoces alguien que le haya ocurrido.
Y qué decir de los autónomos. En mi doble naturaleza de Batman y Bruce Wayne funcionario y autónomo puedo vivir en mis carnes la comparativa, y la verdad es que ante las mismas circunstancias se reacciona de manera muy diferente.
En mi caso no me puedo quejar porque soy autónomo por vocación y por pasión, no por necesidad, y además tengo la posibilidad de teletrabajar y dar la clase desde casa si la garganta me lo permite, pero puedo entender que haya autónomos que oculten su condición de positivos para seguir trabajando si de ello depende el pan de su familia. No soy capaz de imaginar la angustia de aquellas personas que ven como un contagio fortuito pone o puede poner en peligro la supervivencia económica de los suyos.
Y conforme pensaba en estas cosas, tres ideas venían fundamentalmente a mi cabeza:
- La primera es agradecer al Cielo el día en el que decidí prepararme las oposiciones. No suelo contar como fue mi primer contacto con el Ayuntamiento, pero fue totalmente por “casualidad”, cuando al hacer las prácticas de la carrera de Derecho no me dejaron ir donde yo había solicitado porque no me daba la nota -yo quería hacer las prácticas en empresas privadas- y se me asignó a la Plaza del Pilar como becario, donde vi un mundo nuevo del que ya no pude olvidarme del todo ni siquiera durante mi año trabajando en Estados Unidos. Empezó como una “casualidad” pero sería algo que me acabaría marcando de por vida.
- La segunda es el orgullo de formar parte de un proyecto como Zaragoza Solidaria, dedicado específicamente a ayudar a aquellas personas que han sufrido en sus carnes y en las de sus familias las consecuencias económicas de la pandemia y de las restricciones impuestas para luchar contra ella. Y el agradecimiento a todo el equipazo de profesionales que voluntariamente trabajan semana a semana para ayudar a las personas que luchan por sacar adelante a sus familias entre oleada y oleada.
- Y la tercera, es reafirmar mi compromiso en ayudaros a todos vosotros a tener esa misma seguridad en vuestro empleo. Me tomo como un desafío personal el dar todo lo posible para que un día todos vosotros estéis en esa misma situación, sea como funcionarios de carrera o como interinos, pero trabajando en un lugar donde se las condiciones laborales de los trabajadores se respetan y su dignidad como seres humanos no depende exclusivamente de su capacidad productiva. Y si es con plaza mejor, qué duda cabe.
En los próximos días si el bicho me deja me pongo al día con los post que tenemos pendientes, que ha sido una semana calentita…