Ahora que por fin ha terminado el examen y el plazo de alegaciones, y parece que más o menos podemos descansar un poco la cabeza y coger fuerzas para el segundo asalto, quería simplemente dedicarte este post.
A ti.
A la opositora que has estado durante meses viviendo a base de cafeína, subrayadores y adrenalina. Al opositor que has hecho todo lo que estaba en tu mano para luchar por un mejor futuro para ti y para los tuyos. A ti que tienes la casa invadida en un mar de apuntes, test, casos prácticos y leyes. A ti que llevas meses sin poder dormir una noche con el despertador desconectado. A ti que tienes pesadillas con el temario y con el día del examen.
A ti, tanto si estás entre todos aquellos que lo habéis petado en el examen y estás ahí ansioso perdido de ver cómo quedará el corte, como si esta vez no ha podido ser. Porque tu esfuerzo no ha sido menos. Tú has dado todo lo que podías de ti mism@ con las cartas que la vida te ha dado para jugar. No te has rendido. Y te has arriesgado a dar la batalla.
Hay mucha gente que critica la función pública o las oposiciones no porque les parezcan mal en sí, sino porque carecen manifiestamente de los cojones preceptivos para decir “esto es lo que quiero, y voy a pelear por ello”. Y ese no es tu caso. Tú los has tenido, y has dado la batalla, y la has dado hasta el final. Tú te has arremangado y has bajado al barro para pelear por lo que sueñas. A veces se gana y a veces se pierde, pero la gloria nunca será de aquellos que cómodamente se quedan en la barrera mirando como espectadores, sino de aquellos que bajan a la arena a pelear contra los leones.
Por eso estoy orgulloso de ti. Has peleado por tus sueños y has hecho todo lo que estaba en tu mano. Has aguantado una presión personal, familiar y emocional indecible antes del examen, durante el examen, y después del examen.
Y has sobrevivido.
Ahora ya te has enfrentado al monstruo, y estarás dentro de esta primera hornada de cracks que tendrán su plaza en este proceso, o en la siguiente ronda, o en la siguiente. Pero ahí estás, porque ya has mirado a todos tus miedos a los ojos y les has plantado cara. Y les has dejado claro que no iban a poder contigo.
Has sostenido la mirada al mismísimo diablo en forma de inseguridad, miedo, dolor, angustia, y cansancio. Y has vencido a todas las veces en que tu mente te ha dicho que es mejor que te rindas, que no vales para esto y que lo dejes estar. Le has ganado la partida a las mentiras que en ocasiones te han rondado la cabeza, y no has tirado la toalla.
Has trabajado duro durante meses y años, y todo ese esfuerzo queda ahí. Muchos pudisteis ver el fruto directo de ese esfuerzo, y en otros no se lució tanto, pero el esfuerzo está hecho. La semilla está sembrada, y si no da su fruto en esta cosecha queda ahí como un abono que hace más rica la tierra para que la siguiente crezca más sana y más fuerte.
Y no nos engañemos, esta semilla se riega con sangre, sudor y lágrimas (solo en los dos últimos casos de forma literal) pero tú has estado ahí dándolo todo, y no todas las personas tienen ese nivel de valentía.
Algunas personas me decíais antes del examen que esperábais no decepcionarme en el examen. Nunca me podría sentir decepcionado de ti, que has luchado con todas sus fuerzas por sus sueños, y cómo haya ido el resultado no cambia en absoluto ese sentimiento.
Estoy orgulloso de ti. Y creo que mereces escucharlo.